Abdomen Agudo
CONCEPTO
Es una entidad multisindrómica, muy compleja, creadora
de frecuentes situaciones de emergencia médica, causando
el 10% de las consultas en los Servicios de Urgencias
y el mayor número de ingresos e intervenciones quirúrgicas.
CARACTERISTICAS CONCEPTUALES
1. Estar causado por una agresión al compartimento
peritoneal, con el dolor abdominal como síntoma predominante,
pero no sinónimo de AA. (Abdomen agudo)
2. Desencadenar una fisiopatología intraabdominal y
sistémica, evolutivamente grave y rápida, que le da gran
potencialidad de producir muerte.
3. Que por lo anterior, es necesario un diagnóstico y
tratamiento tempranos, lo cual es complejo y difícil en numerosas
ocasiones, para lograr su resolución y curación.
4. Que suele requerir para ello tratamiento potencialmente
quirúrgico, aunque no siempre sea este necesario.
DIAGNOSTICO DEL ABDOMEN AGUDO
«El principio básico es la necesidad de hacer un intento
serio y completo de diagnóstico, basándose por lo general
de manera fundamental en la historia clínica y el examen
físico». Así comienza el clásico libro Abdomen agudo de
Cope. Diagnóstico temprano, cuya primera edición se remonta
a 1957. A pesar de los múltiples avances médicos,
y sobre todo en los métodos diagnósticos, esta afirmación
sigue estando plenamente vigente.
El diagnóstico del AA hoy en día se sigue basando en
primer lugar en una detallada anamnesis, seguida de una
exploración clínica completa. En segundo lugar, se suele
realizar una analítica de rutina y radiología simple de abdomen. En ocasiones con esto es suficiente, aunque generalmente
es necesario confirmar el diagnóstico mediante
ecografía y/o tomografía computadorizada (TC). Rara
vez son necesarias otras pruebas diagnósticas más complejas
como la resonancia magnética (RM). A veces y a
pesar de todas las pruebas diagnósticas, es necesario llegar
a la laparoscopia/laparotomía exploradora.
ANAMNESIS
La entrevista debería centrarse en 3 puntos esenciales: los
antecedentes clínicos del paciente, la semiología del dolor
y los síntomas asociados.
Antecedentes clínicos del paciente
Nos pueden orientar a un diagnóstico:
1. Edad y sexo
2. Patología previa conocida del paciente como, por
ejemplo, úlcera gástrica, colelitiasis, litiasis renal, fibrilación
auricular, claudicación intermitente, diabetes mellitus,
etc.
3. Hábitos tóxicos: alcoholismo, tabaquismo, consumo
de estupefacientes.
4. Intervenciones quirúrgicas previas.
5. En el caso de las mujeres es importante la información
en relación con su historial obstétrico y ginecológico.
6. Consumo de fármacos (antiinflamatorios no esteroideos,
corticoides, inmunosupresores, etc.).
7. Antecedentes familiares.
8. Historia de viajes
recientes, sobre todo los
realizados al extranjero.
SEMIOLOGIA DEL DOLOR
El dolor es el síntoma
fundamental o síntoma
guía del cuadro del AA,
por lo que es muy importante
investigar sus características:
forma de
comienzo, localización,
intensidad, carácter, irradiación
y factores que lo
modifican.
Forma de comienzo.
La
rapidez con la que se instala
el dolor y su progresión
en el tiempo son indicación
de la gravedad
del proceso que lo origina.
Así pues, un dolor de
instauración súbita sería
indicativo de una perforación
de úlcera gástrica
o duodenal, rotura de
aneurisma aórtico o embarazo
ectópico. Un dolor de instauración rápida (de aparición
en minutos) sería indicativo de perforación de víscera
hueca, pancreatitis aguda, infarto mesentérico o
colecistitis, entre otros. Y un dolor de aparición gradual
sería indicativo de obstrucción intestinal.
Localización.
La localización del dolor constituye una valiosa
ayuda para el diagnóstico. Desde un punto de vista
práctico, es útil dividir el abdomen en: hipocondrio derecho
e izquierdo, epigastrio, mesogastrio, hipogastrio y fosa ilíaca derecha e izquierda. Las causas más frecuentes
de dolor según la localización.
Intensidad.
No es un elemento diagnóstico fiable porque
es muy subjetivo; sin embargo, se suele relacionar
con la gravedad del cuadro. Los cuadros que causan
dolor abdominal más intenso son: el cólico biliar y renal,
la perforación gastroduodenal, la pancreatitis aguda,
la peritonitis y el aneurisma de aorta abdominal.
Hay que tener en cuenta que en algunas enfermedades,
como la isquemia mesentérica y la porfiria, la intensidad
del dolor puede ser desproporcionada en relación
con los hallazgos de la exploración.
Carácter.
El dolor puede ser continuo (suele indicar un
proceso con afectación peritoneal) o intermitente (suele
indicar una afectación de víscera hueca).
Irradiación.
La irradiación del dolor
a menudo proporciona información
útil para el diagnóstico. Existen
irradiaciones típicas de algunos procesos
abdominales frecuentes: la
irradiación hacia el hombro por irritación
diafragmática, en cólico biliar
y colecistitis; el dolor en cinturón es
propio de pancreatitis; el dolor irradiado
a la espalda es característico
de proceso biliopancreático, úlcera
péptica con signos de penetración o
perforación y el aneurisma de aorta abdominal. La irradiación
a la ingle es propia del cólico nefrítico.
Factores que lo modifican.
Es importante interrogar al paciente sobre qué circunstancias
modifican el dolor, sobre todo la ingesta, la posición,
los vómitos o la deposición. Así, el dolor de la úlcera
péptica no complicada mejora con la ingesta, mientras
que el dolor dependiente de una oclusión intestinal se
agrava con la toma de alimentos. El dolor propio de la
irritación peritoneal por peritonitis se agrava con cualquier
movimiento, por lo que el paciente suele mantenerse
inmóvil, postrado, y se alivia al mantener flexionados
los miembros inferiores. En lo que concierne al hábito
intestinal, el dolor que se alivie con la emisión de heces o
gases es propio de intestino irritable, obstrucción intestinal
y enterocolitis.
Síntomas asociados
Aunque el síntoma fundamental
es el dolor, no debemos olvidar la
presencia de otros que nos pueden
ayudar al diagnóstico como pueden
ser los siguientes.
Anorexia.
Es un síntoma inespecí-
fico que se asocia con frecuencia
al AA. Es típica su aparición en
casos de apendicitis aguda.
Náuseas y vómitos. Son también
síntomas inespecíficos, pero el
análisis de su cronología y contenido
nos pueden orientar hacia el
diagnóstico. Así pues, los vómitos
biliosos y precoces son característicos
de procesos biliopancreáticos.
Los vómitos de contenido
alimentario y tardíos son propios
de estómago de retención y los fecaloideos característicos
de la obstrucción intestinal.
Tránsito intestinal.
El estreñimiento es un síntoma que
acompaña a la mayoría de los episodios de dolor abdominal
agudo y suele ser característico del síndrome de obstrucción
intestinal. La diarrea es menos frecuente y suele
indicar la presencia de un proceso inflamatorio como la
enfermedad inflamatoria intestinal y la gastroenteritis infecciosa.
La presencia de productos patológicos en las heces,
como sangre o pus, sugieren colitis infecciosa o isqué-
mica y enfermedad inflamatoria intestinal.
Fiebre.
Es un síntoma que en ocasiones acompaña al dolor
abdominal. Es importante analizar su intensidad y cronología
de aparición. Así cuando la fiebre aparece de forma
precoz y es elevada (por encima de los 38-39ºC),
suele indicar un foco neumónico, infección urinaria, biliar
o enterocolitis. Por el contrario, la aparición de fiebre de
forma más tardía es propia de apendicitis, colecistitis o
diverticulitis. También es importante destacar que en pacientes
ancianos o inmunodeprimidos puede haber cuadros
de AA de origen infeccioso sin fiebre.
TRATAMIENTO DEL ABDOMEN AGUDO
Ante un paciente con dolor abdominal agudo, independientemente
de la causa que lo haya desencadenado,
lo primero es tomar las medidas necesarias para tener al
paciente en las mejores condiciones posibles mientras
conseguimos llegar al diagnóstico exacto y tratamiento
adecuado.
En primer lugar, hay que determinar si el paciente está
hemodinámicamente estable o inestable. En los pacientes
inestables, debe realizarse una reanimación inicial, urgenDescargado
de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico agosto 09, 2016.
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378 Medicine. 2016;12(7):363-79
ENFERMEDADES DEL APARATO DIGESTIVO (VII)
te y agresiva, no debiéndose retrasar su inicio hasta la valoración
por la Unidad de Cuidados Intensivos.
En el paciente estable se pondrá énfasis en llegar a un
diagnóstico y, mientras tanto, se emplearán medidas terapéuticas
iniciales generales consistentes en: dieta absoluta,
canalización de vía venosa, administración de sueroterapia
y reposición hidroelectrolítica, antibioterapia empírica si
se sospecha infección, analgésicos si el dolor es muy intenso,
pues se ha demostrado que la analgesia no enmascara
el diagnóstico, sonda nasogástrica si se sospecha
una obstrucción intestinal y sonda vesical en paciente con
retención urinaria o que precise monitorización de la diuresis.
La sonda rectal tiene escasa eficacia.
Tras completar una valoración diagnóstica se pueden
contemplar varias situaciones:
1. Que se trate de un AA de causa médica, en cuyo
caso se aplicará el tratamiento específico.
2. Que no se llegue a un diagnóstico de certeza, en
cuyo caso el paciente quedará en observación hospitalaria
con medidas generales y tratamiento médico empírico. Se
reevaluará al paciente periódicamente y en función de su
evolución se actuará.
3. Que se trate de un AA quirúrgico (apendicitis, colecistitis,
perforación de víscera hueca etc.), en cuyo caso
tras la valoración por el cirujano y firma del consentimiento
informado por parte del paciente, se intervendrá
quirúrgicamente.
El abordaje quirúrgico en el AA puede ser por vía laparotómica
o laparoscópica. El empleo de una u otra vía
va a depender fundamentalmente de la experiencia del
cirujano y de la disponibilidad del centro. El abordaje laparoscópico
en el AA se ha defendido por su doble vertiente
de método diagnóstico y terapéutico a la vez. Está
contraindicado en el paciente inestable, y es necesario
tener en cuenta que existen factores de riesgo en estas
circunstancias de AA; el más importante es el problema de
la inserción de los trócares, sobre todo si existe obstrucción intestinal con dilatación de asas, con mayor probabilidad
de producir lesiones viscerales en estos casos, sobre
todo de intestino delgado y grueso. El abordaje laparoscópico
se suele emplear en caso de dudas diagnósticas,
apendicitis aguda, colecistitis aguda, perforación de úlcera
péptica y en la diverticulitis perforada. Es difícil hacer un
razonamiento absolutamente cierto del papel de la cirugía
laparoscópica en el AA, y por ahora no parece demostrada
una ventaja significativa de la cirugía laparoscópica sobre
la laparotómica.
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